Cosas de la vida: Chicago al alcance de la mano (y del culo hecho a las 9 horas de avión de ida y 8 de vuelta). Casualidades de la misma vida: concierto en el teatro VIC de la ciudad del viento para ver al mito actual del soul funk…Damas y caballeros, con todos ustedes: Sharon Jones!, acompañada, nada menos que de sus avezados, inconmensurables y engranados ¡Dap Kings! alumnos avanzados de entre los dedicados al tan de moda Revivalismo, y a la vuelta a los orígenes puros o bastardos, pero fieles a la intensidad y la autenticidad de la música negra.
Sharon Jones & The Dap Kings
Viernes 21 de Mayo de 2010. VIC Theatre. Chicago. U.S.A.
Pero nada resulta tan bonito sin esfuerzo. Al llegar al hotel nos avisaban que estaba todo vendido para el show. Como insensatos que somos (y sabiendo cómo se las gastan las taquillas y organizadores en los USA), nos la jugamos yendo al teatro y en efecto, tanto en las marquesinas típicas de letras negras sobre relucientes renglones blancos, como en la propia taquilla, lucía un rotundo “Sold Out” que trataba de persuadir a cualquiera de intentarlo. Mierda, en este país el Soul tiene público, ¡y mucho! Pero como diría un reverendo al uso de la situación, a veces la fe tiene sus recompensas. Una hora de merodeo en la entrada, caras de pena y olfato callejero, nos proporcionan dos entradas de reventa por unos 40 pavos por barba al final. Mucha suerte, la verdad, dudábamos que si a alguien se le ocurría traerlos a España acabáramos pagando menos de eso al cambio por la entrada oficial. Curiosamente, el tiempo ha alterado esa ecuación. (25 euros aprox. por el concierto en Madrid) ¡Estamos dentro! Un cine-teatro vetusto y con sabor, donde han quitado las butacas del patio (salvo las líneas de barra) y la gente (un heterogéneo público, mayoritariamente blanco, y con surtido de juventud universitaria, chicas guapas y carrozones enrollaos) se distribuye ya por todas las superficies de palcos, anfiteatro y el amplio patio de butacas.
Están enfilando la recta final los teloneros, un grupo trend indie de rock muy al uso made in America con ese toque hipster del momento, que sonaban realmente bien, con un cantante negro bastante interesante. Una acústica natural muy buena, redoblada por buenos sistemas y técnicos, la cosa promete. Después del cambio de set e instrumentos, un par de pruebas de micros, murmullo de gente, trasiego de bandejas con bebidas (qué sacrificado el oficio de camarera en un entorno así), se apagan las luces de escena y encienden focos de proscenio. Gritos, silbidos de emoción y ánimo, y ahí aparecen uno a uno los Dap Kings: batería, percusión (congas), bajo (que hacía las labores de director), guitarra rítmica, guitarra solista, saxo bajo, saxo tenor y trompeta... curiosamente sin teclista, ya que tras la marcha de Whilst Maxton a Antibalas, el puesto ha quedado sin ocupar, y ésta es sólo una de las formaciones entre los músicos que han ido integrando y que conforman actualmente la estructura de los reyes del Dap, entre las de estudio (conocidas por todos por sus trabajos con Mark Ronson, por ejemplo para el Back to Black de Amy Winehouse y creadores de su propio sello (Daptone) con el que han editado los cuatro discos junto a Sharon Jones ) o de directo, en su fiel y larga trayectoria junto a la inconmensurable cantante nacida en Augusta. (Georgia on my mind, y desde luego into her soul). Volviendo al concierto, el bajista/director les pone en orden sonoro, y comienzan con un par de ráfagas y un mid-tempo con gancho que va metiendo en calor al respetable… un par de cambios de ritmo y otro vibe de fondo sobre el que el guitarrista Binky Griptite comienza la presentación glamourosa y teatral de la diva, la dama del soul-funk. Entonces surge ella, sobre el “The game gets old”, con un vestido de flecos de starlette, en su figura achaparrada y enérgica, un par de movimientos felinos en el escenario, y su voz, como un vendaval, entra en el micro entre los gritos eufóricos del público a los que ya tiene en el bolsillo.
Da comienzo el ciclón. Más de dos horas de intensidad atroz, entre ráfagas de vientos míticas, un sonido rotundo y tremendamente trabajado de la banda, que abriga a la perfección la libertad de movimientos y la garra sureña que brota de esa pequeña mujer, trueno y relámpago al tiempo que no deja de cruzar el escenario de lado a lado, animando, interpretando cada frase y quejido, cada fraseo de soberbia modulación en graves y entonación dramática de puro soul crudo, desbarrando en berridos funk y rompiendo su voz para recuperarla al minuto como por arte de magia, magia negra sobre las tablas. Esa señora, que podría ser la tía cincuentona de cualquiera, es capaz de traer a escena las mejores cualidades de James Brown, Lyn Collins, Otis Redding o Carla Thomas al tiempo, desatándose como una fuerza de la naturaleza, recordando a ratos a la mítica Tina Turner en el número de kilómetros que llega a hacer y los litros de sudor que deja sobre el escenario. Intercalando perfectamente temas de sus cuatro discos, concentrando momentos intensos y melodramáticos del “100 days 100 nights” y el “Naturally”, con tempos y temas más frenéticos, desplazados hacia la rama funk, o con los vivaces tributos del útimo trabajo “I learned the hard Way”, que muestra un repertorio de soul primigenio al más puro estilo Stax, desde temas esenciales como “Mamma don´t like my man” o “If you call”, a los vibrantes “Something Changed” o “I’ll still be true”, y el momento calentorro en escena cuando subió a la tarima a un tiarrón del público para cantarle al oído la sensual “100 days, 100 nights”. KEEP ON LOOKING Consiguió meter a todo el mundo en su tren de frenesí, y allí acabó moviendo las caderas hasta el apuntador. Momento alucinante cuando cerca del final, hace subir a una docena de mujeres, chicas, señoras…al escenario, y cada una de ellas va ofreciendo su mejor repertorio de movimientos de cuello, cintura y cadera, levantando al personal y bajando del escenario sobre el ritmo frenético del “Keep On Looking”. Dos bises y mucho sudor después, se apagan las luces y la gente, con amplias sonrisas y exhausta por haberlo dado y recibido todo, van saliendo del teatro con esa plena satisfacción de poder disfrutar de la música en su estado puro y ancestral, con la sensación de haber participado en algo grande de verdad, llevándose un precioso regalo bien hondo en sus almas.
bastante crema, que suerte haber estado ahi
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